La posesión de Altair (Reseña)

Los demonios no siempre vienen del infierno

En 1950, un joven estudiante de la Universidad de Georgetown llamado William Peter Blatty escuchó hablar sobre un supuesto caso real de posesión satánica y exorcismo de un niño que había ocurrido un año antes en el estado de Maryland.

La fascinación de Blatty por este fenómeno paranormal, ya convertido en un escritor profesional, lo llevó a publicar en 1971 El exorcista una novela que tan sólo dos años más tarde sería llevada a la pantalla grande, dirigida por William Friedkin y protagonizada por la entonces joven actriz Linda Blair.

El exorcista se convirtió en un clásico instantáneo del terror, fue tanto su impacto cultural que no solamente reinventó el género por completo, sino que también involuntariamente creó un subgénero cinematográfico: el cine de exorcismos. Caracterizadas por intentar emular ( y muchas veces llevar al extremo) todo aquello que hizo grande a la obra de Blatty y Friedkin; estas películas han ido creando una serie de clichés tales como el enfrentamiento de la ciencia
contra la religión, el uso de escenas perturbadoras buscando provocar un sobresalto en el espectador, mostrar cuerpos humanos que se contorsionan de maneras imposibles, la exaltación de los rituales cristianos y el hecho de que casi siempre el poseído se trata de un niño o una mujer.

La posesión de Altair 1974

Siguiendo la estela del cine de exorcismos y mezclándolo con un otro popular subgénero del terror conocido como Found Footage (también llamado metraje encontrado o falso documental en el que veremos supuestas grabaciones reales que fueron capturadas por los propios protagonistas de la historia) en 2016 llega la cinta mexicana La posesión de Altair.

Originalmente llamada “1974”, esta cinta estuvo dirigida por Víctor Dryere y fue
protagonizada por Diana Bovio y Rolando Breme.

Advertencia: a partir de este punto la reseña contiene spoilers. La película puede encontrarse dentro del catálogo de Amazon Prime.

Nuestros personajes principales son Altair y Manuel, una pareja de jóvenes recién casados quienes a través de varias cintas de super 8 nos van mostrando cómo es su vida cotidiana. Sin embargo, está cotidianidad se rompe cuando Altair comienza a experimentar extraños sueños en los que aparentemente está siendo contactada por seres que ella entiende como ángeles.

En medio de varios fenómenos inexplicables, muy pronto la salud física y mental de la joven comienza a decaer, y ante la falta de un diagnóstico médico razonable su esposo contempla la posibilidad de que se encuentran ante una posesión demoníaca.

Esta explicación, que incluso para el espectador comenzaba a ser obvia, queda totalmente descartada ante la aterradora verdad: las criaturas que hicieron contacto con Alatir son reales pero no se tratan de seres celestiales ni tampoco demonios del infierno, son algo más tangible y mucho menos
espiritual: extraterrestres.

Al parecer los alienígenas habían elegido a Altair desde que era una niña para un proyecto de hibridación entre su especie y la nuestra, una vez que consiguen su cometido la abducen dentro de su nave, asesinando a Manuel en el proceso.

La idea de la fecundación alienígena ya ha sido tocada en otras producciones tales como: Los expedientes secretos X, Especies o incluso en la saga de Alien. Sin embargo, La posesión de Altair aborda el tema desde una perspectiva supersticiosa/religiosa. De esta manera pareciéndose mucho a mas a la teoría pseudocientífica del paleocontacto, cuyo principal postulado señala que los invasores extraterrestres llevan siglos caminando entre nosotros pero
que nuestra limitada concepción del universo los ha confundido con dioses, figuras mesiánicas, monstruos mitológicos y por supuesto ángeles. Esta misma idea es explorada por la película de 2009 El cuarto contacto, otro falso documental que de igual manera une el terror con la ciencia ficción.

La mezcla de géneros y temas hacen de La posesión de Altair una película caótica pero efectiva, va del metraje encontrado al exorcismo para terminar en el terreno de la ciencia ficción extraterrestre. Si bien no está ni cerca del exorcista, es un inesperado viaje de horrores alienígenas que nos hará preguntarnos si el mal también puede venir del cielo.


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