¿Cómo va el asunto de la AMCiF? Una oportunidad semiutópica

Por Héctor Sapiña

PRIMERO LA CARNITA

Traicionado por mi naturaleza ensayística, lanzo primero la carnita del taco y
luego me voy a lo concreto. La propuesta es una Academia Futura de CFM. El
nombre no me gusta y, personalmente, preferiría una Academia Nómada de CFM,
pero es aún más oscuro. Con cualquiera de las dos me refiero a que el organismo
no reproduciría la estructura obsoleta de las instituciones ya existentes y
también a que no estaría centralizada.

Inspirado en su objeto de amor, el organismo ‒independientemente del nombre‒
debe tener una aspiración utópica. Utopía en su etimología de “no hay tal lugar” y con suerte algún día “el buen lugar”. Ya sé que hay que bajarlo a términos
prácticos, pero como fictoespeculadores nos hemos ganado el derecho a plantear
objetivos a extra-largo plazo.

Inspirado en su origen descentralizado, dinámico y transversal, el organismo no
recaería en una sede, sino en las comunidades que lo conforman. Por eso,
nómada. Y la cosa no es del todo disparatada. Dentro de las muchas predicciones
para el futuro, imagino que el día del colapso tecnológico (consecuencia de la
extracción última de los recursos), la cultura será completamente viajera. Seremos tribus que transportan símbolos. Pero me detengo antes de entrar en el terreno de la ficción…

Mi punto es que la organización debería plantear sus objetivos plantada en el
presente, pero vislumbrando el futuro.

Lo que tenemos ahora es una constelación de grupos. No creo ser el único al que
le sorprenda cuánta cohesión ha adquirido. Lo que la hace realmente valiosa es
que ha sido por labor propia. No tuvo que haber un papelito firmado con un decreto “desde arriba” para que surgiera. Tampoco creo que sea una coincidencia
que, justo en 2024, después del año con mayor producción de CFM en la historia
(J. L. Ramírez dixit), estén resurgiendo estas preguntas: la de la crítica, la de las
asociaciones, la de la difusión, la del mercado.

Creo, pues, que todos estos son señales de una coyuntura y ahora tenemos la
responsabilidad de ver qué hacemos con ella. ¿Nos volvemos una comunidad o
está bien seguir como una red de intercambio independiente? (“¿Los dejamos a
su suerte, Elrond?”, pregunta Galadriel en Las Dos Torres de Peter Jackson.)

En todas partes veo ejemplos, pero sólo he podido decírselo de manera directa a
algunxs autorxs por separado y a los miembros del GCTE: cuando el intercambio
de textos se vuelve la base para vincularnos en otros ámbitos de la vida, el grupo
de trabajo se transforma en comunidad (no es idea mía, se la robé a mi esposa).

Recuerdo una entrevista de Adriana Letechipía (creo que con Anapoyesis, pero
quizá mi memoria me traiciona) donde cuenta cómo una de las escritoras del
GCTE vende panecitos que a todos les gustan, y después otra anécdota donde
todos estaban al pendiente de la salud de un familiar. Esto, aunque parezca
simple, es el principio de la comunidad futura, autónoma, independiente del
Estado aunque a veces se apoye en él (y si tiene tiempo de hacer caso). A
diferencia de otras autonomías, como las de los pueblos originarios, el territorio
aquí no es físico, sino virtual…o mejor: especulativo. Cultivamos entre todos una
tierra imaginaria.

Última nota antes de entrar en lo concreto:

La hipotética Asociación o Academia o lo que sea, no es en lo absoluto necesaria.
Pero en este momento ya es posible, ¡¿y quién, si no un ejército de
fictoespeculadorxs, se siente fascinado por la posibilidad?! Para responder a
una de las cuestiones que Axel Lima Muñiz, a su vez, respondía a Óscar González Cruz conviene robarle un poco más a las ciencias sociales. Axel argumenta que la funciones a las que apunta la propuesta de Asociación de Óscar ya se llevan a cabo. Cierto, pero eso no cancela la propuesta original, sino que es una invitación a expandirla más, pensarla de manera más ambiciosa porque ya estamos en condiciones de hacerlo.

Contrario a lo que nos han acostumbrado nuestros gobiernos, las instituciones no
se fundan por capricho de una élite (o no deberían), sino que surgen en una
sociedad cuando la dinámica interna se ha movilizado tanto que se vuelve útil un
aparato encubridor. Es decir, la institución es un macrosistema que emerge para
un sistema que ya existía de antemano (el horno de microondas para la taza de
café que se enfrió).

Insisto, la institución no es necesaria, pero pensando como ese científico
novelesco que quiere dar el siguiente paso sólo porque es posible (de
Frankenstein a Tony Stark), ¿por qué no intentarlo? Claro que involucrará un poco
de política y de economía, que así a secas suenan como los monstruos de nuestra
era, pero de todos modos son inevitables. Aceptar el reto sería tomar riendas en
el asunto. De nuevo: al hacerlo nadie nos obliga a reproducir los esquemas
partidistas o del FONCA o de CONAHCyT (luego de algunas conversaciones con
Schaffler sobre la AMCyF, quizá ése fue el error que la condujo a su declive).

¿Por qué no aspirar a un modelo horizontal como el de la Mexicona o, más aún, el jardín de Gabriela Damián?

ASPECTOS CONCRETOS

Ni soy administrador, ni político, ni nada. Mi experiencia principal está en la
academia y, precisamente porque soy testigo de sus herrores, nunca he buscado
una posición administrativa o algo similar. Soy feliz como docente porque es
donde se produce el diálogo. Así que la propuesta es un borrador indecente al
que están invitados a darle una tallereada. Por supuesto, el punto de partida son
los textos de Óscar y Axel, así como de las conversaciones suscitadas al respecto.

Segmentación interna

Ya sea que los llamemos departamentos, órdenes secretas, o ministerios para
darle un toque orwelliano (¡con ironía!), imagino al menos seis. *Todos los
nombres son provisionales.

  1. Difusión externa. Aquí toda la propuesta de Óscar, en comunicación con los diferentes organismos, eventos, grupos, premios que ya existen. El objetivo es decirle a los lectores que existe una CFM.
  2. Difusión interna. Entran factores que mencionó Axel: fuerza, cohesión y legitimidad. Ésta última, claro, se relaciona con el primer punto. La verdad es que aquí entra en juego un componente identitario. Suena un poco aventurado o tal vez incómodo, y no sé cómo procedería, pero algo me queda claro: los reinos medievales se formaron de tribus aisladas (p. e. bretones, anglos y sajones unidos bajo Excalibur), los países actuales se integraron de regiones aisladas (Pedro Infante es la imagen de
    un México unido tras la segmentación de la Revolución Mexicana). ¡Por supuesto que son imágenes artificiales, pero crearon cohesión! La diferencia fundamental es que aquí todos conocen la tierra que labra el otro. Entonces no tenemos que caer en una propaganda pegoteada, realmente podríamos formar una imagen coherente que tome en cuenta el trabajo de cada quién.
  3. Archivo y comunicación social. Esto está prácticamente listo gracias cifi.mx (archivo) y Ciencia Ficción México (prensa). Desde luego, cada una conserva su autonomía porque no es esto una distopía autoritaria. Más bien, creo que podríamos colaborar para incrementar el alcance. No sé si soy el único que sueña con un archivo digital que contenga el 100% de la CFM y ensayos en torno a ella disponible para consulta. (Bueno, si ahorita están en venta y no quieren difundirlos gratis todavía, se vale). Pero hay tantos y tantos libros que me ha costado trabajo consultar que sería un regalo de Dios. Sobre todo, hay que hacer arqueología bibliográfica de los 90 para atrás.
  4. Relaciones externas. Aquí el “cabildeo” que menciona Axel. Suena medio maquiavélico, pero además de que tiene sentido, me gusta la resonancia novohispana. La palabra da la sensación de que construiríamos el futuro conscientes del pasado. El objetivo es conseguir financiamiento privado y público, así como espacios. Hagamos del dinero y de la academia herramientas a nuestro servicio y ya no al revés.
  5. Materialización de proyectos. Esto ya lo desarrolló Axel también, no me detengo en ello. Aprovecho para reforzar un matiz: esto no implica que la hipotética asociación absorba o anule los proyectos ya existentes, al contrario, una de sus labores sería conectarlos entre sí y para un público más extenso. Y, por supuesto, generar nuevos. Ese Congreso Nacional de Ciencia Ficción Mexicana me suena muy bien y creo que tendríamos una excelente oportunidad para no hacerlo súper protocolario. Ya el Seminario de Estéticas de Ciencia Ficción ha planteado cómo generar nuevas prácticas de
    esta índole, desancladas de los formatos tradicionales. En particular, he visto
    algunas propuestas de difusión experimental de Manuel Mörbius y me parecen muy atractivas. Por mi parte, siempre he soñado con ponencias académicas a modo de standup (lo he visto entre científicos de Berlín y el micrófono abierto en las presentaciones de Sarape de Neón va en ese sentido).
  6. Funciones académicas. Aquí Óscar ya lo había anunciado, Axel dijo que mucho de eso ya se hace, pero todo puede enlazarse: talleres, mesas de debate, cursos para aprender entre nosotros y, sobre todo, abiertos a aquellos lectores que andan buscando y no dan con esta red, esos que mencionó Óscar. Eventualmente, ¿por qué no?, un diplomado o una especialización. (¡De acuerdísimo con lo de las escuelas patito
    que dijo Axel!) Algunos ya lo saben, soy amante de Tolkien y hay varias asociaciones en todo el mundo que llevan a cabo funciones similares. Pero una en particular ya ha adquirido esta forma y me parece genial: Signum University. Échenle un vistazo al sitio. Empezó como una bola de fans que empezaron a compartir la manera en la que su especialización puede aportar a la lectura de Tolkien y ahora ofrecen todo lo que he mencionado. La idea aquí no es para nada hacer un calco de un organismo anglosajón, sólo identificar sus alcances. Ellos cobran, ¡y mucho! En lo personal, no me gustaría eso. Pero tienen intercambios bonitos; entre otras cosas, hay cursos y charlas que se dan en plataformas virtuales donde uno asiste con su avatar de la Tierra Media. Vaya, creo que hasta tienen mercancía propia. Todo se ha hecho en colaboración con diferentes organismos locales e internacionales, así como blogueros, narradores, maestros, investigadores, etc.

POR ÚLTIMO

Si hasta ahora no me la compran, los invito a continuar el diálogo. Por favor, todas las adendas posibles, pero no hay que detener la discusión. En todo caso, aunque nada de esto rinda frutos, la cadena de propuestas que se han hecho podrá recontextualizarse como una interesante ucronía que antologaremos en unos años: “Ese otro México en el que sí resucitó la AMCiF”.

Eso sí, recuerden lo siguiente con oído profético: cuando el Estado caiga por la
crisis ecosistémica, lo que sobrevivirá serán estas células comunitarias.

PS. Me causa sospecha que soy hombre. Y que estoy respondiendo a la propuesta de dos hombres. Por suerte, el debate en redes ha tenido también de voces de mujeres. Pero quizá hay aquí un síntoma. ¿Está muy pendejo todo esto? Por favor, puntos de vista femeninos.


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Comentarios

Una respuesta a «¿Cómo va el asunto de la AMCiF? Una oportunidad semiutópica»

  1. Avatar de Luis Flores Aguilar

    Me gusta tu propuesta Hector, no esta mal pensar en cosas que nos parecen imposibles.
    Ahora mi opinión: Leyendo algunas de las propuestas y replicas recientes me he percatado que estan siempre centradas en los escritores de generos. Involuntariamente se han dejado de lado a los lectores y los productores de otros medios como cineastas o influencers.
    Pienso que una asociación orientada unicamente a la venta del material de los miembros es un enorme desperdicio de recursos, por eso no enlisto posibles actividades porque deberiamos estar abiertos a cualquier propuesta.
    Ahora bien, la vitalidad que esta mostrando la ciencia ficcion mexicana tiene mucho que ver con el esfuerzo de pequeños grupos que aprovechando las redes sociales y la colaboración a distancia han podido superar uno de los obstaculos tradicionales del genero, el aislamiento creativo.
    Lo digo como sobreviviente de la asociacion de los años 90´s, el pequeño grupo del que formaba parte buscaba infructuosamente el apoyo de los miembros de la asociación.
    Regresando a la idea utopica, yo pensaría quiza mas en una especie de federación, que apoyara y respetara la conformacion de pequeños grupos, llamense clubes de lectura, talleres literarios, editoriales independientes que con la libertad de designar un representante se puedan gestionar las actividades del grupo.
    Hay todavía mucho que discutir sobre el tema.
    Buenas noches.

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