Entrevista con Rafael Alvazález 

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Esta entrevista con Rafael Alvazález es parte de una reseña sobre su libro [Mal]viajes en el tiempo que te invitamos a leer.

LEER Reseña de [Mal]viajes de Rafael Alvazález

Entrevista con Rafael Alvazález 

1. Cuéntame sobre el proceso de planeación y publicación del libro, desde la concepción de las ideas para los relatos hasta su publicación 

En primer lugar, gracias al equipo de Ciencia Ficción México por su interés y el espacio de difusión.

Respecto al proceso de planeación y publicación de [Mal]viajes en el tiempo, este comenzó a finales de 2018, cuando empecé a escribir el primer cuento, que no es el primero que aparece en el libro, sino el segundo, “Fernández a la conquista del nuevo mundo”. Aquel año yo también había comenzado a redactar la tesis de licenciatura de mi segunda carrera, Letras Hispánicas, que constaba de un estudio y edición parcial de un poema épico novohispano sobre la Conquista de México, la Hernandia (1755), de Francisco Ruiz de León. Me encontraba entonces inmerso en el tema de la Conquista, coincidiendo además con el lapso de conmemoración de los 500 años del acontecimiento histórico (2019-2021), en el que se habló mucho del tema y hubo diferentes eventos al respecto. Así, la idea de abordar el tema de la Conquista no solo desde la academia sino también desde la creación rondaba mi mente; sin embargo, no deseaba escribir una ficción histórica, pues esto se ha realizado desde el propio siglo XVI, nada menos que el subgénero que estudiaba, el ciclo cortesiano de la poesía épica americana, era testigo de ello. 

Pretendía más bien tomar el hecho histórico de inspiración para llevarlo a un terreno de total libertad creativa, como Isaac Asimov hizo con la caída del Imperio romano y su Serie de la Fundación, por poner un ejemplo afín, pues justamente al género de ciencia ficción es al que pretendía llevar mi idea, esto porque mis primeros intereses como escritor y como lector fueron hacia este tipo de literatura. Ahora bien, tampoco quería escribir una novela ni mucho menos una saga, como podría aducirse del anterior ejemplo, ya que como escritor estaba en el punto en que sentía que debía ejercitar mi narrativa a pequeña escala antes de poder pasar a la gran escala. El cuento, entonces, era la forma literaria obvia para mis intenciones y así nació “Fernández a la conquista del nuevo mundo”, que yo considero un esbozo de space opera inspirado en la Conquista de México. 

En los cuatro años siguientes, en los que concluí mi tesis de licenciatura y continué la edición de la Hernandia en mi tesis de Maestría en Letras, este proceso se fue repitiendo, ya no solo con el tema de la Conquista, sino con varios temas de la historia de México que me interesaban; así se fueron concibiendo los diez relatos de [Mal]viajes en el tiempo. Desde 2020 empecé a publicar algunos de ellos en revistas en línea como Sombra del Aire y Marabunta, pero en 2022 quise publicar todos como un libro, pues creí haber alcanzado una buena cantidad de relatos con un eje genérico común, además de que por lo menos la mitad permanecían inéditos. Decidí publicar el libro a través de Amazon, pero en eso profundizaré más adelante.     

2. ¿Cuáles consideras que fueron tus principales influencias para escribir el libro (tanto de ciencia ficción como de otras obras)? 

En este libro mis influencias literarias, así como históricas y académicas son muy diversas. Las principales en cuanto a literatura, y en específico de ficción especulativa, fueron la narrativa (sobre todo la breve) de Ray Bradbury, Harry Harrison, H. P. Lovecraft, Edgar Allan Poe y Mary Shelly, colindantes estos últimos entre la ciencia ficción, la fantasía y el terror. Asimov también fue una influencia, aunque he de admitir que he conocido mejor su obra después que antes y durante la escritura de mis cuentos. En la literatura fantástica de tradición hispánica, mis mayores influencias son Juan José Arreola y Jorge Luis Borges, dos de mis escritores favoritos en general. También tuve gran influencia de la antología Los viajeros. 25 años de ciencia ficción mexicana, compilada por Bernardo Fernández, Bef. Por su parte, la influencia de la literatura áurea en mi obra es evidente, desde inspiraciones directas del Quijote en “El sublunar caballero don Selenote de Tlaxcala” y el Primero sueño, de sor Juana Inés de la Cruz, en “Y por mirarlo todo…”, hasta meras referencias a Pedro Calderón de la Barca, Garcilaso de la Vega, Alonso de Ercilla, entre otros, dispersas en mis relatos. Mención aparte merece la obra poética de Manuel Acuña, evidente figura en la que baso “Ante otro cadáver”, la cual es un gusto que podría llamar culposo por romántico, pero del que no reniego y una manera de demostrarlo fue justamente escribiendo dicho cuento.   

En cuanto a fuentes históricas, las directas se ciñen a las crónicas de Indias, especialmente las de Bernal Díaz del Castillo, Bernardino de Sahagún y Antonio de Solís. Los datos de otras épocas los conozco sobre todo por la historiografía contemporánea, en la que puedo mencionar nombres como José Luis Martínez, David A. Brading, Antonio Rubial y Miguel León-Portilla. La influencia de este último es doble, pues también es literaria, como puede colegirse del epígrafe de “La llegada de Quetzalcóatl”. En 2017 tuve la suerte de asistir a una de las representaciones de La huida de Quetzalcóatl, obra de teatro de León-Portilla hasta entonces no tan difundida; posteriormente, al inicio de la redacción de mis mal viajes, retomé esta obra desde la lectura en silencio, de lo cual recibí no solo inspiración para “La llegada de Quetzalcóatl”, sino la revelación del tema específico que buscaba tratar con mis cuentos: el tiempo, el cómo fluimos en él y el cómo lo percibimos. Tal tema era de fácil vinculación con un tópico mayor de la ciencia ficción: los viajes en el tiempo; fue así que tuve una mayor conciencia de hacia dónde llevar mis relatos. 

Ahora bien, como buen habitante del siglo XXI, mis referencias de ciencia ficción no son solo literarias, sino también mediáticas; en este sentido, mi mayor influencia (y mi “fandom” predilecto) es la saga de Star Wars, pero específicamente con el tópico de los viajes espacio-temporales debo mencionar títulos como Dark, Stargate, 12 Monkeys, Midnight in Paris, Interstellar, Steins;Gate, Assassin’s Creed, algunos episodios de Futurama e incluso Avengers: Endgame, por no mencionar clásicos como Back to the Future y Donnie Darko.     

3. ¿De dónde viene la fascinación con el mundo novohispano y por qué decidiste contar historias del México antiguo en clave de ciencia ficción? 

Mi fascinación por la época novohispana comenzó durante mis estudios de la licenciatura en letras, aunque se explica con experiencias previas. Me refiero a que durante la educación básica y aun en la media superior la información que recibimos sobre la época virreinal de nuestro país es escasa, se despacha en un día o menos y se pasa de lleno a la Independencia de México y las etapas subsecuentes (clara sintomatología de nuestro conflicto de identidad nacional por renegar de más de nuestra filiación hispánica y exaltar en demasía la indígena). Me había percatado de esto desde muy temprano, pero no fue sino hasta la licenciatura que realmente dimensioné los tres siglos que duró el virreinato de la Nueva España, más tiempo del que lleva el México independiente incluso hoy. La llamada época colonial se me presentaba como una gran interrogante con igualmente grandes respuestas por descubrir. Por mi formación, comencé ese descubrimiento desde la literatura, que en la novohispana es preponderantemente poética (en el sentido de que está escrita en verso), género que comencé a apreciar desde que conocí la literatura medieval y áurea, por lo que leer los trasuntos de esa tradición (a veces incluso superados) en plumas como las de Francisco de Terrazas, sor Juana Inés de la Cruz, Luis de Sandoval Zapata o Matías de Bocanegra, fue deleitoso, tanto que dirigí mi profesionalización académica hacia esta área de las letras hispánicas, especialmente hacia la poesía épica, como dije.

El por qué decidí escribir ficciones basadas en dicha temporalidad en clave de ciencia ficción originalmente respondió a la intención literaria que mencioné arriba: contar una ficción histórica sin que sea una ficción histórica, sino únicamente un relato basado en ello, con lo cual se gana mayor libertad creativa. Tal libertad me llevó al género de ciencia ficción debido a mi interés personal por el mismo, por mis influencias. No obstante, durante el proceso de escritura me di cuenta de que dicho género y una ficción basada en historia eran totalmente pertinentes y compatibles a través del tópico del viaje en el tiempo, y, aún más, podía pretender cierta originalidad ya que la combinación de ambos elementos, la ciencia ficción y la historia de México, no conocía que fuera muy socorrida en la literatura.     

4. Entiendo que consideras que tu libro tiene elementos retrofuturistas pero también hay muchos elementos de especulación “futurista” (como las máquinas para viajar en el tiempo, naves espaciales, etc.). ¿Para ti cómo conviven estos dos elementos? 

Es cierto que utilizo el término “retrofuturista” en la contraportada del libro, aunque no pretendía hacerlo a manera de clasificación genérica ni mucho menos; lo utilicé porque una de las revistas donde publiqué originalmente algunos de mis cuentos los calificó así, cuentos de un “estilo retrofuturista”. Pero la clasificación genérica pura y dura se la dejo a los especialistas, que quizá vendrán en un siglo o dos o no vendrán (a propósito de lo cual quisiera aclarar que términos como “género de ciencia ficción” o “ficción histórica” los empleo de manera laxa en esta entrevista). 

Por tanto, mi uso de elementos como máquinas del tiempo, naves espaciales, dispositivos de comunicación, etc. no responden tanto a una intención de hacerlos cuadrar con las normas de cierto género o subgénero de ficción especulativa, únicamente responden a la lógica necesaria para la trama de cada narración.  

5. Considero que hay diferentes preocupaciones “académicas” en los relatos (tanto en la estructura de algunos textos como en las fuentes de otros), además de ciertos comentarios críticos a manera de burla sobre la academia mexicana. ¿De dónde surge la idea de plasmar estos elementos en tus relatos? 

De esta pregunta resaltaría la palabra “burla” antes que la de “preocupaciones”, pero no en el sentido de que busque la mofa al sistema académico. La mofa o burla va, en primer lugar, para el escritor, que se refocila en la creación de ficciones dentro de sus ficciones para aparentar así una mayor verosimilitud del mundo artificial que ha creado. En segundo lugar, la mofa va para el lector, que acaso ingenuamente, gracias a la estructura formal que tiene un texto, olvidará por un momento que lo que lee es ficción y que los sueños sueños son, como bien aprendió Segismundo y como no quiso acordarse don Quijote. Esta lección la aprendí de mi lectura de los cuentos de Borges, si bien es un recurso que puede rastrearse hasta el tópico del “manuscrito encontrado”, presente ya en la literatura antigua. Pero Borges lo utiliza con una erudición académica y una sutileza literaria que me atrajo al grado de quererlo imitar. Además, para los cuentos de [Mal]viajes en el tiempo el recurso era conveniente por dos razones: primera, su temática histórica era favorable y hasta natural para el montaje de una aparente estructura académica (si bien esta está presente en diferentes grados en cada texto, siendo más palpable en “Juana Salmerón y Villeda: ¿ilusa novohispana o huésped xenomorfa?”); segunda, mi formación profesional me facilitaba el empleo de las estructuras ensayísticas vigentes, aportando a la verosimilitud de la ficción, lo que no podía desaprovechar.

Claro que lo anterior vale por la estructura formal de los textos, pues es verdad que al nivel del contenido pueden aducirse comentarios críticos sobre la academia. Lo común en estos casos es que el autor aluda a una intención de “denuncia social” de cierto problema, en este caso, los usos y costumbres del sistema académico. Pero considero que “denuncia social” es un término demasiado grande para lo que yo realicé en mis ficciones, donde más bien hay un retrato muy exagerado de lo que ha sido mi experiencia tratando de buscar un lugar en la academia mexicana. Por supuesto que dicha exageración está en función de la construcción de una trama que logre efectos literarios contundentes, más que nada a partir de la ironía, como lo puede ser, por ejemplo, el que la identidad de una de las mayores deidades prehispánicas, como Quetzalcóatl, sea en realidad un profesor del futuro, especialista en Estudios Mesoamericanos y de origen gringo (léanse los mal viajes primero, tercero y noveno de mi libro). 

En otras palabras, este es un trabajo de ficción y cualquier semejanza con la realidad es mera coincidencia. 

6. Es evidente que te interesa la historia de México. ¿Cómo es transitar entre la faceta de escritor, historiador y diseñador gráfico? 

Como puede verse en lo escrito arriba, más que historiador me consideraría estudioso de la literatura, que por supuesto tiene mucha relación con la Historia como disciplina, pero para nada me nombraría historiador. 

Empero, sí hay tal tránsito entre tres facetas, la de escritor, la de investigador y la de diseñador, aunque creo que he llegado a un punto en el que dicho tránsito es muy orgánico y no me cuesta trabajo realizarlo. Me explico esto dado que las dos primeras de esas facetas en realidad son dos caras de la misma moneda: la escritura creativa y la escritura crítica hoy en día están separadas por el sistema académico, pero es una separación artificial que, además, no se encuentra en otras disciplinas artísticas. Por ejemplo, en Música o Teatro los estudiantes de nivel superior deben ser igualmente músicos que musicólogos, dramaturgos que dramatólogos (y aun actores); no así en las letras. Esto tiene una explicación histórica relacionada al desarrollo que ha tenido la crítica literaria especialmente durante el siglo XX, pero a fin de no entrar en disertaciones rigurosas solo diré que en la literatura prevalece el estigma de que un buen escritor puede ser un buen crítico literario, pero un crítico literario no puede ser un buen escritor, lo cual es totalmente falso y se puede comprobar aludiendo a grandes escritores que también fueron grandes críticos, como Umberto Eco, Vladimir Nabokov, Miguel de Unamuno, por mencionar solo algunos autores modernos. Es así que mi tránsito entre escritor y estudioso de la literatura lo veo como un solo quehacer en dos frentes de la misma guerra, y me parece que es lo más sano que cualquiera que se quiera dedicar a las letras podría hacer. 

 En cuanto a mi faceta de diseñador, he podido ligarla bien a la de literato a través del diseño editorial. He ejercido el diseño gráfico en varias áreas, principalmente en marketing digital, diseño web, diseño de marca y diseño editorial. Esta última tiene una relación obvia con la literatura y en los últimos años he tenido la fortuna de recibir varios proyectos de formación de libros que me han permitido perfeccionar mis habilidades en el área, convirtiéndose en mi área favorita, pues me permite ver de otra manera el andamiaje detrás del fenómeno literario. No ocurre lo mismo con otras áreas del diseño, donde tengo que asumir completamente el “modo diseñador”, que no considero algo negativo, pues la disciplina me gusta aún lo suficiente como para disfrutar por sí mismo el crear algo desde el diseño gráfico.     

7. Retomando el tema del diseño gráfico, cuéntame sobre la ilustración de la portada del libro. ¿Cuál fue la inspiración para crearla y cuál fue tu proceso para hacerlo? 

Mi inspiración para crear la portada de [Mal]viajes en el tiempo fue una calcomanía que vi en una parada de pumabús en Ciudad Universitaria muy al comienzo de la redacción de los cuentos. Recuerdo estar sentado esperando el camión, pensado en la trama para uno de ellos, voltear y ver pegada en un poste una calcomanía de un astronauta con traje de rasgos prehispánicos y haciendo la seña de paz. Desde que la vi quise que esa imagen fuese la portada de un libro que compilase los cuentos que estaba escribiendo: el contraste entre lo moderno y lo antiguo, la actitud y hasta el estilo caricaturesco, todo parecía calzar perfecto con el espíritu de mis historias, aunque muchas de ellas aún estaban solo en mi cabeza. No había olvidado la imagen cuando decidí publicar el libro en 2022, más aún porque le había tomado una foto que logré encontrar entre mis archivos. Hice mi propia ilustración con base en ella, aplicando color (ya que la original era blanco y negro), volumen y definiendo rasgos; asimismo, para dar a entender que no se trataba solo de un astronauta, sino de un crononauta, agregé una visión de la tan nombrada “máquina de desplazamiento espacio-temporal”, que dibujé combinando un portal tipo Stargate con formas de la Piedra de Sol mexica. Integré el nombre del título a la composición circular y la presencia del astronauta (o crononauta) me permitía agregar un fondo de espacio exterior que me servía además para resaltar la ilustración y mantener uniformidad en el resto de elementos de la cubierta. 

Sobre la técnica, se trata de una ilustración vectorial. Cabe mencionar que realicé también una pequeña animación del crononauta para un video promocional del libro en 2022. El video está disponible aquí: https://fb.watch/nPRSiiAPWX/ 

8. Entiendo que las ilustraciones que acompañan cada relato fueron realizadas con inteligencia artificial. ¿Por qué decidiste incluir estos elementos y qué proceso seguiste para hacerlo? 

Mi yo diseñador quería agregar ilustraciones a los cuentos. Mi yo literato no quería, pues sabía que las imágenes de las narraciones debían bastarse por sí mismas. Al inicio, mi yo literato ganó y había decidido no incluir ilustraciones, lo que también me convenía porque de esta forma no invertía tiempo adicional ilustrando cada cuento ni gastaba presupuesto que no tenía contratando a un ilustrador. Sin embargo, durante el proceso de formación del libro, en el verano de 2022, me enteré de la nueva tecnología de inteligencia artificial que creaba imágenes a partir de texto. Estaba fascinado, había soñado antes con algo similar y ahora se había materializado: me sentí en el futuro y, como siempre, la realidad superaba a la ficción. A mi parecer, algo tan futurista y reciente tenía que formar parte de mi libro de ciencia ficción, por lo que cambié de opinión y decidí incluir ilustraciones generadas con esta tecnología, con lo cual, además, se solucionaban mis preocupaciones presupuestarias y de tiempo. 

Claro que el conseguir imágenes que expresaran lo que quería ilustrar de cada relato no fue tan fácil como creí. Comencé utilizando frases de los propios textos, pero obtenía visiones muy líricas y yo buscaba algo medianamente figurativo. Probé con varios prompts, tanto en español como en inglés, iterando por lo menos 30 veces con cada ilustración, hasta que conseguía un resultado que consideraba pertinente a la esencia de cada cuento. Estaba consciente de que en poco tiempo esa tecnología sería perfeccionada (utilizaba VQGAN + CLIP a través de Google Colab, que es gratuito), como de hecho ya lo fue este año con Midjourney, por ejemplo, por lo que sabía que las ilustraciones que generase entonces serían “obsoletas” pronto; no obstante, estaba conforme con los resultados, pues serían un reflejo de la tecnología de su época. 

9. ¿Cuáles han sido tus principales retos para publicar de manera independiente? De igual manera, ¿cuáles han sido tus principales apoyos? 

Mi principal reto al publicar como independiente ha sido el convencerme a mí mismo de hacerlo. En la actualidad aún está vigente el prejuicio de que la autopublicación literaria no es realmente una publicación o es una publicación de segunda categoría, pues no tiene el prestigio de un sello editorial ni recibe los mismos beneficios económicos (aparentemente). Estos dos factores tienen algo de cierto, pero si se ven desde una perspectiva histórica, pueden apreciarse dos cosas. En primer lugar, que son el resultado natural de la propagación del sistema capitalista en todos los ámbitos humanos, la literatura incluida, y, por consiguiente, la fetichización de una mercancía, el libro, lo cual no considero particularmente malo, pero sí abona a que la literatura se valore no solo con parámetros estéticos, sino mercantiles también. En segundo lugar, si se mira hacia atrás en los siglos, mutatis mutandis podría decirse que la práctica común entre los escritores era la autopublicación, en el Siglo de Oro, por ejemplo, no era raro que se dieran las obras a la imprenta por mano propia y el autor corriera con los gastos de impresión. Con estas ideas en mente fue que me convencí a mí mismo de que la autopublicación no era tan fiera como la pintaban. Me acabé de convencer cuando investigué las condiciones de publicación que ofrece Amazon, que son mejores en comparación con las condiciones que ofrece una editorial tradicional, donde por lo común no pagan más del 10 % de regalías y se deben ceder los derechos de autor. 

     Pero la autopublicación tiene una gran desventaja: si no se hace con meticulosidad, es mejor no hacerla. No es tan fácil como quiere hacerla parecer Amazon o cualquier otra plataforma de autopublicación, no se trata solo de descargar una plantilla de maqueta, otra de cubiertas y ya está, porque cada género y cada obra tiene sus particularidades y para conseguir un producto de mínima calidad el texto debe pasar por un proceso de corrección, formación y pruebas. Si la intención es la autopublicación, lo mejor es contratar profesionales para por lo menos las fases de corrección de estilo y maquetación. Yo no lo hice porque cuento con la doble formación en letras y diseño, además de experiencia en el área de diseño editorial, pero no recomendaría hacer lo mismo que yo hice a alguien que no tuviese estas tablas. 

Como se entiende de lo anterior, y para completar la pregunta, mis principales apoyos en la publicación de mis mal viajes fueron mis dos licenciaturas, que me permitieron publicar con una inversión monetaria mínima; a propósito, sí la hubo: invertí en pruebas de impresión de Amazon, el registro de la obra ante INDAUTOR y en una pequeña campaña en Facebook para dar a conocer el libro, sumados estos rubros rondan apenas los mil pesos mexicanos. Por supuesto, la inversión mayor fue de tiempo, el proceso de publicación, desde la corrección del texto hasta la finalización de la campaña publicitaria, abarcó de julio a septiembre de 2022 dedicándome casi exclusivamente a esta tarea.      

10. Finalmente, ¿cuáles son tus planes a futuro? ¿Piensas escribir nuevamente ciencia ficción? 

En definitiva volveré a la ciencia ficción desde la escritura creativa. De hecho, tres de mis próximos proyectos literarios son en torno a este género. Se trata de un libro de cuentos sobre una hipotética independencia de Marte de la Tierra en un siglo no tan lejano; una novela sobre un profesor en el siglo XXIII o XXIV que busca un libro perdido; y una novela gráfica que es la evolución espiritual de mi cuento “Fernández a la conquista del nuevo mundo”. Las dos primeras apenas son ideas bosquejadas a medias, de la tercera tengo ya la trama definida, escrito el guion para la primera parte y hasta algunos artes conceptuales; sin embargo, es un proyecto que no podría realizar solo, por lo que estoy esperando a juntar un capital para contratar a un ilustrador (o bien, esperando a que la IA avance lo suficiente como para hacer paneles de cómic detallados con solo el guion, lo que pase primero). 

Mas estas tres ideas están en pausa debido a que mi actual proyecto literario es la escritura de mi primera novela que, como escribió Bef en su post scriptum de Gel azul, es una especie de “graduación literaria”, la cual debo y quiero afrontar porque se trata de la enésima mutación de uno de mis primeros intentos literarios, altamente influenciado por la narrativa de Vladimir Nabokov. Es decir, se trata de una novela de corte realista, ambientada en el aquí y el ahora, donde pretendo abordar temas como la sexualidad, la formación de la identidad y la influencia de internet. A la fecha (octubre de 2023), tengo cuatro capítulos redactados y espero poder completar la novela en dos o tres años. Una vez que la finalice, mis proyectos literarios de ciencia ficción tendrán prioridad. 

Por su parte, y a pesar de lo que puede inferirse de la primera pregunta, también tengo intenciones de explorar la ficción histórica pura y dura, evidentemente en la época novohispana y siguiendo, entre otros, el magisterio de Enrique Serna en sus Ángeles del abismo; pero este es un plan para dentro de varios años en el futuro. 

En paralelo disfruto de la escritura de otras tantas empresas líricas y dramáticas, que no sé si llegarán a buen puerto, y no vienen al caso aquí más allá de declarar que forman parte de mis proyectos. Y todo lo anterior, claro, en la medida en que pueda robar tiempo a mis obligaciones académicas y diseñísticas en favor de mis mal viajes.       

Bonus: semblanza curricular

Rafael Alvazález (Ciudad de México, 1993) cursa actualmente el Doctorado en la Letras en la Universidad Nacional Autónoma de México, es Maestro en Letras Mexicanas y Licenciado en Lengua y Literaturas Hispánicas por la misma institución, además de Licenciado en Diseño por la Universidad Autónoma Metropolitana.

Ha trabajado en diversos proyectos relacionados con el diseño y la literatura, de entre los que destaca el grupo de investigación  “Leliteane: Lengua, literatura y teatro en la Nueva España”, dedicado al rescate del patrimonio literario novohispano, al que pertenece desde 2019. Asimismo, se ha desempeñado como docente a nivel medio superior y superior en la Universidad Popular Autónoma de Veracruz y en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.

Ha publicado tanto artículos académicos como textos de creación literaria en revistas especializadas y culturales. En 2022 publicó el libro de cuentos [Mal]viajes en el tiempo (México, 2022).


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2 respuestas a «Entrevista con Rafael Alvazález »

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  2. Avatar de Alex Alva
    Alex Alva

    Una mezcla de ficción e historia genial… ¡Gracias por compartir sus letras!

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