¿De qué hablamos cuando decimos “ciencia ficción mexicana”?

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Creo que esta pregunta es una que todas las personas que producen y/o consumen ciencia ficción en este país se han hecho alguna vez. No creo que tenga una respuesta inequívoca y simplemente quiero dejar aquí mis reflexiones personales recientes. 

En primer lugar, considero que habría que definir a qué nos referimos con “ciencia ficción mexicana” ¿Hablamos de ciencia ficción hecha en México? ¿Hablamos de ciencia ficción hecha por personas mexicanas o de origen mexicano? ¿Hablamos de ciencia ficción con un conjunto de características tales que la definen como “mexicana”? 

Ciencia ficción “hecha en México”

Cuando hablamos de ciencia ficción hecha en México estamos ante un universo: infinidad de obras se han producido “entre el Río Bravo y el Río Suchiate” para citar al ambicioso proyecto de documentación Aparato Cifi. Tomemos como ejemplo la película Total Recall (1990) que fue grabada en Ciudad de México y sus alrededores. El hecho de que Schwarzenegger corriera por el metro Chabacano y la Glorieta de Insurgentes no la convierte en una obra de “ciencia ficción mexicana”. Creo que podemos decir que se trata de ciencia ficción “hecha en México” (en el sentido de que fue producida entre nuestras fronteras) pero no de ciencia ficción “HECHA EN MÉXICO” (en el sentido de que no es una película hecha por personas mexicanas, en territorio mexicano y/o con alguna característica que la haga “mexicana”). Nos falta algo más en esta exploración.  

CF hecha por personas mexicanas o de origen mexicano 

Eduardo Urzaiz Rodríguez, autor de la célebre novela Eugenia (Esbozo novelesco de costumbres futuras), considerada la primera de ciencia ficción en México, nació en Cuba pero ¿Acaso alguien duda de la “mexicanidad” del autor y/o de la obra? Urzaiz vivió la mayor parte de su vida en Yucatán, menos de 50 años después de que esta región se reincorporarse a la república mexicana dicho sea de paso. Sin embargo, la historia de Eugenia se desarrolla en territorio nacional y podríamos decir que está imbuida de la cultura mexicana. No quiero traer a colación reflexionas chafas pazianas aquí de lo que “significa” ser “mexicano”, baste decir que si alguien pasa la mayor parte de su vida en México, adopta la cultura y lenguaje de México y además dedica su obra a esta  nación (sea lo que sea que signifique eso de “nación”) también podemos considerar que esa persona es de México y que su obra es mexicana. 

Aún así queda algo pendiente. Titanes del Pacífico es una película dirigida por una persona mexicana: es decir nacida en México, que creció en México y que nadie en la faz de Twitter (sí, le voy a seguir diciendo Twitter) se atrevería a decir que no representa a México o la cultura mexicana so pena de la cancelación masiva digital, aunque el país más representado en las películas que ha dirigido o escrito sea España y que la mayor parte de su obra esté enfocada a mercados que no son el mexicano y con producciones no mexicanas. Pero bueno ¿Acaso podríamos decir de manera categórica que la mentada película Kaiju es “ciencia ficción mexicana”? Yo pienso que no, pero ¿Por qué? Sigue haciendo falta algo más. 

La “mexicanidad” de la ciencia ficción 

Hablar de la “mexicanidad” aquí sería perder el tiempo en un tema en el que de todas formas nadie está de acuerdo en su totalidad. En su lugar permítanme hablar de algunas características que hacen a la ciencia ficción mexicana especial desde mi punto de vista.

A mi mente viene el cuento Como quien oye llover de Andrea Chapela en el que, si quitas a la Ciudad de México y sus problemas hídricos, los hechos simplemente no pueden suceder: la geografía es parte fundamental e imprescindible no sólo del desarrollo del relato sino de la dinámica de los personajes, de su cultura, de los límites de su mundo y de sus posibilidades de acción. Pienso en Fábula viral de Martha Camacho, donde el uso del lenguaje (ñero, varil como decimos en Puebla, chaca para la banda) es un componente no sólo del diálogo de los virus que ilustran la historia sino que es un elemento que articula el ritmo y la propia cultura gangsteril de estos personajes hábilmente inventada por la autora para hablarnos de lo que pasa dentro de nuestros cuerpos. No puedo dejar de mencionar a Soñarán en el jardín de Gabriela Damián Miravete, donde el desarrollo tecnológico se pone al servicio de un proceso de reconciliación y paz en una sociedad post-feminicida que quisiéramos alcanzar; también recuerdo la novela Los Onironautas de Esteban Govea donde lo personal (como mundo interior de los sueños) se vuelve literalmente político al ser el escenario de una confrontación entre rebeldes y Estado represivo, en ambas especulaciones las problemáticas sociales mexicanas son la piedra angular (aunque por supuesto dichas problemáticas no son exclusivas de este país, pero sí la mirada particular de estas historias). Me sigue fascinando leer Confín de nadie de Jimena Jurado, donde la poesía de ciencia ficción empuja los límites de lo imaginable, de nuestra lengua particular y de los mundos que podemos crear, pensar y quizás hacer realidad, todo desde una sensibilidad que podríamos calificar como “mexicana” por su origen. 

Geografías, usos del lenguaje, problemáticas sociales y los límites de lo imaginable. Yo creo que estos son los cuatro ejes sobre los que autoras y autores de este país están construyendo algo que podemos llamar de muchas formas: ciencia ficción mexicana, ciencia ficción de México, ciencia ficción hecha en México, ciencia ficción ante, con, contra, desde, hacia, mediante, para, por, según, sobre, tras, vía México y también le podemos agregar apellidos como mexa, yuca, norteña, regia, jarocha, pocha, chicana, chilanga, costeña, afromexicana etc. 

La producción de ciencia ficción mexicana, o como prefieran llamarle, es tan grande como este país y sus enclaves culturales, lingüísticos y por qué no hasta filosóficos. Total que como decía Chabela Vargas lxs mexicanxs nacen donde se les da su rechingada gana y como corolario podríamos decir que la ciencia ficción mexicana será creada en donde se le dé su rechingada gana. 

Que las definiciones no detengan nuestro asombro

En conclusión creo que podemos considerar como «ciencia ficción mexicana» aquella que es producida en México por personas mexicanas o de origen mexicano o bien que tenga cierto conjunto de características tales que la hacen «mexicana», pero ni creo que sea una definición acabada ni creo que hay que excluir todo lo que escape a ella, ni siquiera debemos tomarla muy en serio. Los terrenos de las definiciones son pantanosos y siempre hay contraejemplos que las hacen desmoronoarse. Así que al menos yo no me preocupo mucho por esto (tampoco por las definiciones de lo que es «ciencia ficción» que da para otro rollo igual o más largo), disfruto descubriendo nuevas historias, especulaciones fascinantes y nuevas voces que se aventuran en este creciente y fructífero campo. Así que por ahora sólo quiero concluir:

¡Viva la ciencia ficción mexicana tres veces! 


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Comentarios

Una respuesta a «¿De qué hablamos cuando decimos “ciencia ficción mexicana”?»

  1. Avatar de Eric
    Eric

    Todo un tema. Desde q conocí el afrofuturismo me he estado preguntando ¿cómo andamos por casa?
    ¿dónde estámos como latinoamericanos en la cifi?
    Me gustó mucho leerte, pero abre una nueva dimensión a mi pregunta original ¿Habrá una ciencia ficción latinoamericana o será más bien de cada una de nuestras localidades? Saludos desde chile.

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